MANIFIESTO MOON SALVE


Estoy convencida de que quiero ser indestructible de acero inolvidable, que cuando muera seré un árbol y que la dualidad desaparece cuando te reconoces. Estoy a favor de la eternidad de la niñez, y si es posible que las generaciones futuras fabriquen su aceite de infancia para cuando olviden la inocencia, también defiendo que el respeto es un valor que nos debe insolar a todos por igual sin distinción de edad, sexo, religión, política o jerarquías. Rechazo categóricamente autoproclamarme artista contracultural porque prefiero practicar la ética. Soy defensora de la vida y su diversidad, de que nuestro mejor agradecimiento a nuestra madre tierra y nuestro padre universo es cuidar el hogar que se nos fue dado, desde nuestra morada pasando por el globo hasta los lugares inhóspitos de la energía. Estoy a favor de la importancia suprema que representa para la existencia humana el picante del jengibre, la pimienta, el aji y el dulce encarnado por el mango, el plátano, la batata y el papelón, tan esenciales como lo son la albahaca y el celery. Sostengo que es un mito eso de que el arte y la ciencia están divorciados, ellos son el matrimonio mas feliz que existe en mi cabeza. Declaro que sin el arte, el amor, el placer y la risa la vida no tiene chispa. Estoy del lado de los versos de benedetti y girondo, bastante distante de Neruda y Storni, muy pegadita de SOJA, Cultura Profética y Alika pero un poco renuente al metal y las baladas. Fundare una ONG que se dedique a luchar por la erradicación de la caridad, los números impares, las películas de terror y cualquier otro agravio. Siempre que tengo posibilidad enarbolo la bandera de los utópicos, es mi causa favorita y la que mayor numero de mis acciones condiciona, es la que impulsa mirar una estrella y tocarla, observar al sol y quemarme los ojos, oler cocuy y embriagarme, probar café y morder la tierra toda. Lloro a cantaros con las cebollas y sin usarla como excusa. Me ahoga no poder leer 10 libros simultaneamente. Me baño en punta de pies porque le temo al suelo mojado. La arena me da asco de pensar que invada mis orificios. En el colegio los niños me llamaban mocosa, de grande me entere que tengo los cornetes hipertróficos pero mi pequeño respirar nunca ha sido un obstáculo para decir lo que pienso. Quitando el dolor de cuello, desde abajo el mundo no luce tan cuesta arriba. Soy detractora de las llamadas telefónicas pero fiel partidaria del cara a cara. Soy decididamente tierrafirmista, como me enseño Nicanor Parra. Soy quien salva a la luna.

Victoria Monsalve, 2019.

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